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ESTAR EN CASA

"¡Santiago, trae la luz!"


Fue el llamado probablemente frustrado de una madre en el campo cuando la oscuridad los rodeaba y su hijo menor iba rezagado con la linterna.


Pero fue un llamado que nunca olvidaría.


Santiago - trae la luz.


El pequeño Santiago no tenía idea de la oscuridad que enfrentaría su vida. No podía haber sabido que terminaría expulsado de la escuela. No podía haber sabido que perdería a uno de sus mejores amigos cuando aún eran adolescentes. No podía haber imaginado que se ganaría el apodo de "fósforo" por su pequeña constitución y su temperamento ardiente. No podría haber imaginado que su familia y su país se verían arrojados a una guerra mundial... y luego a otra. No podría haber sabido que contraería tuberculosis. No podría haber imaginado la oscuridad que lo encontraría a él, a su pueblo y al mundo.


Pero sí conoció una cosa.


Conoció la Luz.


Y así como su madre lo había llamado a traer la luz en ese campo oscuro, él supo que estaba llamado a traer la Luz a la oscuridad que lo rodeaba: la oscuridad interior escondida en los corazones y la oscuridad social de un mundo que había perdido de vista a Dios.


Santiago Alberione se convertiría en sacerdote, director espiritual de un seminario y luego fundador de toda una familia de congregaciones religiosas... incluidas las Hijas de San Pablo.


Cuando las cosas están oscuras - en el secreto del corazón, en el funcionamiento de los medios de comunicación o en los sufrimientos del mundo - escuchamos el mismo llamado que el pequeño Santiago tomó tan en serio cuando era un niño. “¡Santiago, trae la luz!”


En nuestro bautismo, cada uno de nosotros somos llamados por nuestro nombre a traer la Luz. A quienes nos rodean, a quienes están a distancia, a quienes han conocido a Cristo y a quienes nunca lo han conocido.


¿Cómo te sientes invitado a responder hoy a este llamado?


Responde a tu propio llamado.


Trae la luz.


🪔


Hna. Orianne, Daughter of Saint Paul, en vineyard.to/sister_orianne




Aún viviendo a miles de kilómetros de donde se escriben, muchas personas - yo entre tantas - nos beneficiamos de la luz que aportan las publicaciones que hacen algunas hermanas paulinas en las redes sociales. Para mí fue un tesoro encontrar a algunas de ellas hace unos años y los contenidos que comparten me han hecho mucho bien.


El carisma particular de estas religiosas es difundir el Evangelio utilizando todos los medios de comunicación que estén disponibles en las distintas épocas: libros, material audiovisual, radio, revistas, conferencias, exposiciones, música, Internet, redes sociales...

El 26 de noviembre se celebró el día del beato Santiago Alberione, fundador de la congregación. Y quise compartir este texto que nos recuerda - a todos - que estamos llamados a compartir la Luz, cada uno a su modo.


Esa luz que a veces hasta nos cuesta reconocer, aturdidos por nuestras sombras. Pero que siempre está y con implacable ternura, permanece, alumbra y pide ser compartida. 🪔





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