No te rindas

No te rindas, aunque a veces duela la vida. Aunque pesen los muros y el tiempo parezca tu enemigo. No te rindas, aunque las lágrimas surquen tu rostro y tu entraña demasiado a menudo. Aunque la distancia con los tuyos parezca insalvable. Aunque el amor sea, hoy, un anhelo difícil, y a menudo te muerdan el miedo, el dolor, la soledad, la tristeza y la memoria. No te rindas. Porque sigues siendo capaz de luchar, de reír, de esperar, de levantarte las veces que haga falta. Tus brazos aún han de dar muchos abrazos, y tus ojos verán paisajes hermosos. Acaso, cuando te miras al espejo, no reconoces lo hermoso, pero Dios sí. Dios te conoce, y porque te conoce sigue confiando en ti, sigue creyendo en ti, sabe que, como el ave herida, sanarán tus alas y levantarás el vuelo, aunque ahora parezca imposible. No te rindas. Que hay quien te ama sin condiciones, y te llama a creerlo.

(José María R. Olaizola sj)

"No te rindas", ví repetirse unos peregrinos a otros, con palabras o con gestos, durante la caminata a Luján el sábado pasado. Y renovaban fuerzas al sentirse mutuamente queridos y cuidados. Qué importante es afirmarnos, decirnos de cualquier modo "te quiero", "qué bueno que existas", celebrarnos. Y renovarlo todo el tiempo. Hace bien, anima la vida, la hace entrar en música.

Dios lo hace siempre. Además de amarnos sin medida y sin condiciones, nos dice "qué bueno que existas" infinitas veces a todos, a cada uno, de incontables maneras. Y nos llama a creerlo. Ojalá su voz no nos pase desapercibida. Y cuando nos toca estar doloridos y cansados en el peregrinar de nuestra vida, no nos rindamos y nos dejemos animar, confiados, en su amor infinito. 🤍