La mujer encorvada
- Paz Salsamendi
- 3 ago 2023
- 2 Min. de lectura

Cuando salió de la sinagoga fue cuando la vio. Era una mujer joven todavía y muy delgada, que tenía que andar doblada como si llevase una gran carga de arena sobre las espaldas. No se podía enderezar, y tenía que hacer muchos esfuerzos incluso para mirar el rostro de las gentes con quienes hablaba; aunque al fin sus ojos se encontraron con los de él, y él le sonrió.
Preguntó el hombre: «¿Por qué se ve obligada a andar así?», y le respondieron que porque tenía un espíritu de enfermedad hacía dieciocho años y andaba agobiada con su peso. No había medicinas para ella. Y él entonces se acercó, y poniéndole la mano en un hombro, le dijo algo a los oídos y, de repente, ella se enderezó... ¡Como si lo hiciera tranquilamente después de haber estado agachada haciendo una faena doméstica o arreglando una planta en el jardín! Se sonreía y sus ojos eran grandísimos y muy claros. El hombre le dijo: «Puedes irte, ya eres libre», y ella se fue.
Dijo luego la mujer que él la había librado de los demonios y que ya podía decir ella sus propias palabras de mujer, y hablando, hablando, terminó por confesar lo que él le había dicho al oído: "¿Sabéis cuál?" Pues él le había dicho en un susurro: "¡Uuh, uuh, uuh!", como cuando era niña y le gustaba tanto que le dijeran "¡Uuh, uuh, uuh!", así que se había enderezado. [José Jiménez Lozano, Un dedo en los labios].
Mucho más que volver a caminar erguida. La mirada profunda y el personalísimo susurro que había escuchado la llevaron a recordar quién era de verdad: criatura única y amadísima, digna y preciosa, libre. Todos andamos 'encorvados', de diferentes modos. Ojalá también nuestros ojos se encuentren al fin con los de Jesús y dejemos que nos sane como sólo Él puede hacerlo. Y que podamos ser canales para que a través nuestro, sane a otros... 🤍
*Este relato escrito por el escritor español José Jiménez Lozano hace eco del relato bíblico del evangelio de San Lucas 13, 10-13.
La mirada de un bebe al encontrar a su madre, La mirada de un padre, al reconocer a su niño, la mirada de los abuelos , cargadas de vidas vividas . Miradas que nutren, miradas que curan, miradas que elevan, miradas que animan y lanzan ...
Miradas que no juzgan...
Miradas que "abrazan"…. sin más...
Gracias Paz!
Las miradas de Jesús, a Pedro luego de negar lo, a Mateo que dejó su oficio y bajo a recibirlo en su casa, la Magdalena que es liberada de la condena de su vida pasada...Miradas que cambian vidas. Bueno seria detenernos ante las miradas de Jesús para con nosotros mismos. Gracias Paz